"Un país que no apuesta a la cultura está condenado a la mediocridad" (Anónimo)





sábado, octubre 27, 2007

¡GRACIAS, COMPAÑERO!

Por Elizabeth Oliver de Abalos
Andaba corriendo el dial sin ton ni son, bobeando por la radio sin saber qué buscar, como suelo hacer cuando Clarín tiene esos silencios inexplicables que privan por un rato de tango a mis oídos.Entonces me detuve no sé dónde, al escuchar su voz. Usté me tiene a mal traer hace buen tiempo, ¿sabe? Pero igual lo escucho, con esa tozudez que me caracteriza, empecinada en que el olmo me dé peras, aunque sepa que ando atrás de una utopía.
Alguien lo estaba entrevistando, o dejándolo hablar, no sé; porque agarré el programa casi al final. Y fue ahí que usté dijo la frase matadora, una que para muchos podrá ser una más de las acostumbradas suyas. Pero para mí... fue como el hondazo mítico que David le acertó a Goliat, y como el gigante, me sentí caer tan de repente que no tuve tiempo ni de amortiguar el golpe con las manos: "Los pobres no pueden soñar con cosas que nunca van a tener", dijo. Y eso viniendo de usté, compañero, me bajó de la nube... de una vez por todas. Pero no se preocupe ni se moleste, porque no puedo menos que agradecerle. Me gusta escuchar verdades, por más jodidas que sean. Sirve para aprender. "La gente de mi edad no puede soñar con vellocinos de oro" (ésa es mía); por la experiencia propia que dan los años vividos... y la ajena adquirida mirando atrás en la historia del mundo todo. Igual duele, como siempre que se aprende a golpes. Pero es la mejor escuela.
El asunto es que me hubiera gustado más escuchárselo antes. Y no tanto por el detalle del voto, sino porque me habría evitado hacerme ilusiones al soberano pedo, cosa que siempre me reventó. ¿Sabe lo que vislumbré cuando anduve revoleando la bandera de la 609 aquel glorioso octubre del 2004? Que el Frente ganaba las elecciones gracias a usté... ¡por menos que me gustara el candidato único que tenía el Partido! Y eso le daba mayoría parlamentaria, lo que me pareció toda una garantía para esos ideales... que yo tenía. Usté hablaba de los milicos, y decía que para ser tal, "había que dejar los huevos colgados del portón de entrada al cuartel". Una gran verdad, por cierto. Una manera muy gráfica y muy suya, de explicar la condición imprescindible para actuar como robot descerebrado. Y ahora... el que los cuelga en la puerta de la Presidencia... y del Ministerio de Economía... ¡es nada menos que usté! Porque antes le preocupaban los pobres más que nada en el mundo... Antes. Hoy está dejando sucumbir al pueblo ante el avasallamiento de dos señores que están donde están... ¡porque usté arrasó en los comicios! Pero no hace valer eso, no exige respeto por la mayoría que obtuvo...
Y lo que es peor: no nos brinda ese respeto a los que apostamos a un sector que fue el suyo, no el de "los otros". Es usté el que se banca las migajas que le están dando... y quiere inculcarnos a nosotros que así está bien, que mejor es nada, porque ilusionarse con lo que merecemos es un imposible. Justo usté, que dice que "ya está jugado". No, compañero, los que ya estamos jugados somos nosotros. Usté se jugó hace tiempo y le pasó lo mismo que al flaco de Nazaret... nadie le dio pelota. Pero conservó la vida, a pesar de todo, y por un tiempo pareció que si le daban la oportunidad, haría justicia... como usté sabe que es efectivo hacerla. Sinceramente, verlo hocicar ante un líder que debería besarle los pies... me parece de una pasividad que raya en lo servil. Lo estoy viendo conformarse con espejitos, como hicieron otros indios que no fueron los nuestros. Lo lamento, sobre todo por mí... porque usté tendrá razones que no me importa conocer... aunque sean muchas, no me va a servir ninguna.Y por favor, no vaya a confundir con conformismo que yo le esté agradeciendo. Lo hago con toda sinceridad, y con el mismo respeto que tuve por los más sabios de mis educadores. Porque usté enseña con un libro que no está en las bibliotecas, muestra las cosas con las verdades prácticas que la vida le enseñó. Y el que no aprende lo que viene de esa escuela... no aprenderá nunca nada.
Y yo aprendí, compañero... tarde, pero aprendí. Precisé que me lo dijera por radio, dos años y medio después del momento en que debió haberlo dicho bien claro. Y eso es lo único que le reprocho, como ya le dije. Me pudo haber ahorrado la "choricez" de haber estado esperando esos milagros... que usté siempre supo que como "los otros", nunca existieron.¡Ave, Pepe! ¡Moritori te saluta!
Elizabeth Oliver de Abalos - LaQuincena@montevideo.com.uy

1 comentario:

Anónimo dijo...

que bueno esta esto mas actual que cuendo fue escrito


fernandoferreira@montevideo.com.uy